La “locura” de convertirme en Triatleta Profesional nació hace un par de años, pero no vio la luz sino hasta un poco más de uno cuando escuché en vivo a Chrissie Wellington (una leyenda del Ironman) en su visita a la Ciudad de México; cuando de sus labios salieron las palabras que ya había leído en su libro e inevitablemente te invitan a creer que todo es posible y que simplemente es necesario tener una pizca de fe.
Los nuevos comienzos son siempre los más difíciles, la curva de adaptación siempre nos exige mucho esfuerzo, gastar mas energía de lo normal y salir de nuestra zona de confort. El día que decidí ser triatleta profesional sabía que existía un gran riesgo; ya no estaría en la línea de salida con mujeres que lo hacían de forma recreativa: la mayoría combinándolo con sus trabajos, maternidad, etc.; Ahora sería con mujeres que habían dedicado la mayor parte de su vida a entrenar al 100%, a desarrollarse en un entorno de alto rendimiento y sumamente competitivas a nivel mundial.
El riesgo era alto, muy alto. ¿Qué tan grande era mi ego?, ¿Qué tan grande era mi vanidad? Sabría que tendría que empezar de cero como antes, ser una más entre todas las fieras y con grandes probabilidades de no ganar nada; uno siempre se acostumbra a la buena vida y a estar en el podium. ¿A quién no le gusta poner en las redes sociales las fotos de tu trofeo y las fotos de los triunfos? Para que todos te feliciten, te den una palmadita y sigas adelante. Bueno, pues sabía que me tenía que despedir de todo eso por algún tiempo, pues no todas las profesionales fueron una Chrissie, la mayoría de ellas tuvo una curva para empezar a ver los resultados del esfuerzo.
La primera competencia que hice como profesional, que fue el 70.3 de Monterrey, fue como una pastilla de “ubicatex”; me dí cuenta que estaba muy bien para mis estándares pero todavía lejos de tener un nivel para podium enfrentándome con muchas triatletas ex-ITUs que tienen una gran trayectoria y una natación tremenda. Luego vinieron el Ironman Texas y el Ironman Wisconsin. Ambas competencias estuvieron lejos de ser el resultado esperado y pusieron en evidencia mis deficiencias en los tres deportes. Generalmente la ventaja que tiene salir con el grupo de la natación es que puedes llevar un “pacer” durante toda la etapa de la bici aunque no exista el “drafting” y simplemente vas compitiendo. En mi caso salir entre las últimas, me hizo sentir que iba compitiendo sola, pues a diferencia de cuando era amateur donde con mi bici (que es mi fortaleza) era suficiente para alcanzar a todas, ahora era apenas lo suficientemente decente para mantener la posición en la que había salido del agua. Así que ahora era una carrera contra mi misma (años luz de diferencia con ser amateur).
Pero como dicen, lo que no te mata te hace más fuerte, me dí cuenta que tenía que cambiar muchas cosas; incluso mi metodología de entrenamiento, así que después del Ironman Wisconsin que fue mi última competencia del 2014 y la tercera como profesional decidí buscar un nuevo entrenador. Para esto ya estaba en Boulder, había llegado para preparar la última parte para Wisconsin.
Aquí es la capital de las largas distancias así que sabía que debía haber alguien ahí para mí. Mandé varios correos, empecé a evaluar opciones y entre esas opciones encontré la página de Simon Lessing (Inducido al salón de la Fama de la ITU). Ya un amigo me había platicado de él, así que cuando Simon me invitó a tomar un café a su casa acepté gustosa. Desde la primera vez que hablamos sabía que era lo que yo estaba buscando justamente. Entonces supe que además de estar él como head coach, también tenía un equipo en donde su esposa Liza era la responsable de la natación, Darren DeReuck el coach de carrera y su esposa Colleen DeReuck la coach de fuerza. Todos con unos CV’s impresionantes como atletas y coaches. Como son las coincidencias de la vida, Simon había sido el coach de Chrissie también. De una forma u otra ella seguía guiándome sin saber.
Desde que entré al equipo de Boulder Coaching decidí esperar para competir de nuevo, primero me tenía que empapar de toda la nueva metodología, seguir entrenando con el grupo de carrera de Darren, las sesiones de natación con Simon y Liza y las sesiones de fuerza con Colleen.
Luego empecé a hacer amigas, desde el inicio hubo una gran conexión con Danielle Kehoe, también entrenando en Boulder Coaching, campeona del Ironman Boulder. Ella estaba preparando su siguiente competencia y empezamos a salir a rodar juntas; fueron momentos muy especiales. En ocasiones también se nos pegaba otra gran atleta Lesley Smith, ganadora del 70.3 de Austin de este año. También empecé a nadar con Uli Broome, Campeona de Ironman. Recuerdo una ocasión en la que Uli me dijo que le chocaba cuando la empezaban a alcanzar las categorías por edad en la natación y dije para mí –Bueno entonces no soy a la única que le pasa jaja-. Boulder es todo un ambiente y además de poder entrenar con atletas de alto nivel de igual a igual lo más importante que empezó a hacer en mí es generar confianza; si podía entrenar con ellas también podía ser como ellas. ¿Qué lo impedía? Tenían los mismos brazos, piernas, el mismo corazón y la misma hambre.
Así que una gran virtud en esto es la paciencia y darle tiempo al tiempo; tiempo para ir madurando como atleta, tiempo para creérmela y saber de lo que soy capaz y tiempo para demostrarme de que estoy hecha pues esto no se acaba hasta que se acaba y a lo largo de un año puedo decir que a pesar de no haber “ganado nada” he ganado una nueva familia aquí en Boulder, he ganado amigos, personas muy valiosas que me han dado su mano para seguir con este sueño, he ganado confianza y muchos momentos inolvidables pues antes me conformaba con ver en Internet las imágenes de todos aquéllos que me inspiraron para ser lo que soy y ahora puedo platicar y entrenar con ellos hombro a hombro. Lo demás es lo de menos, por ahora sé que soy una ganadora, una ganadora completamente feliz que hace un año se lanzó por un sueño, arriesgando todo, dejando todo….
♦ «Dentro de veinte años te arrepentirás más de las cosas que no hiciste que de las que llegaste a hacer. Por lo tanto, ya puedes levar el ancla. Abandona este puerto. Hincha las velas con el viento del cambio. Explora. Sueña. Descubre.»
Marc Twain
Palmira C. Álvarez E.
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